domingo, 15 de diciembre de 2013

WelcOink winter, welcome to NYC.





Y para recibirlo qué mejor que The Bourgeois Pig… o lo que es lo mismo El Puerco Burgués.  Un superávit de quesos con los más altos índices de sabor y apapachos calóricos, para preparar en forma y como Dios manda, la hibernación.   No es tan fácil como creen.  En estos lares uno tiene que aprender a elegir que tomar y qué dejar.  Porque cualquier cosa extra es lo de más, cualquier cosa no elegida bien es lo de menos.  Todo a mediano y largo plazo.  Pero bueno.  Estamos aquí para hablar de tocino y otros placeres, no de un existencialismo improvisado y a medios chiles.


En el East Village, en  el Este de la 7ma. Calle y la 1era. Avenida, casi a media cuadra y entre dos farolas rojas, la entrada casi secreta, da paso a este lupanar de quesos y otros ingredientes.
Como todo lo que hay por acá, un lugar que aprovecha al máximo sus metros cúbicos y decide que donde comen 5, pueden comer 8.  ¿Por qué?  Porque el espacio vital está limitado al codo de tu vecino en la zona de bar y un poco más holgado en el comedor.  Tampoco es como que sean dos areas muy diferentes.  Todo junto con pegado, siempre. 


Lo mejor para mi gusto, fueron los foundues  más atrevidos, que mezclaban tocino con chocolate amargo y cerveza, generando una especie de mole.  O el de blue cheese con miel y el de chorizo con cotija, por contarles de los ingredientes más sobresalientes.  ¡Ah!, porque había más en ese pote mágico y calientito,  que otorgaba una sonrisa en cada sambullida del trinchito con la guarnición elegida. 
O sea, el panecito, o la rebanada de manzana o la colecita de Bruselas, la fresa o el espárrago, que pinchas y luego sumerges en la ollita.   Y el “ambiance”, como diría una buena amiga entusiasta y colega del mundo foodie...   El “ambiance” le daba todo el sazón a este ecléctico lugar. 


Si tienen frío y necesitan abrigarse con algo de sabor, poniéndole una capita más de grasa al cuerpo, pero sin la necesidad de ser tan burgués, este recinto no los va a decepcionar.  Porque a pesar de sus limitaciones espaciales, su Staff lo compensa con buenas maneras y muy de buenas, te dan la bienvenida sin necesidad de reservación.




domingo, 23 de junio de 2013

La Revolución de las Hamburguesas.

¿Un pedazo de carne con queso y legumbres entre dos panes, qué más puede ofrecer?  


Me gusta mucho la gastronomía, porque tiene tanto en común con lo que hago todos los días.  
Además de comer, claro está.  Todos los días me enfrento a un brief que viene  con ciertos ingredientes y que no siempre son los que quisiera.  Y el reto que me avientan es hacer algo sorprendente con lo que hay.
Algo diferente, con lo mismo de siempre.  Como las hamburguesas, que me atrevo a afirmar que 
es el alimento más popular después del arroz.  

¿Qué tanto puede sorprenderte una hamburguesa? 



Bueno, por eso mejor empecemos por las Chilli cheese fries.  En efecto, la perfecta entrada, 
para abrir con todo, el apetito.  Deliciosa mezcla en todos los sentidos.  Cultural y de sabor.  
Una cosa que no sé ni como describirla.  Pero que sin duda alguna, deben de probar.  
Frijoles, carne, papas, queso y especias a fuego lento.  Triunfo en el paladar.  


Hamburguesa con queso brie y cama de espárragos a la parrilla.  Cuando pensé que una hamburguesa 
no podía sorprenderme, ésta que ven arriba, fue la primera de varias que me empezó a bofetear con gozo, casi diría, con un masoquismo exquisito, que me demostraba en cada mordida, que hasta el más docto 
de las hamburguesas, puede aprender y recuperar su capacidad de asombro.


Y luego un buen amigo pidió un gran clásico.  Sin duda, una de mis favoritas y que pido como parámetro 
en cualquier lugar:  la hamburguesa con blue cheese.  Con rocquefort también aplica y muy buen.  
Y con cabrales, !olé!

Pero la carta ofrecía más.  Y pedir una de cada una era casi imposible, no por gusto, sino por anatomía.  Así, que los samplers fueron la indulgente solución y placentera oportunidad para conocer más 
las maravillas de este sencillo, pero magno recinto de la hamburguesa.


Los samplers son cuatro mini hamburguesas ha elegir, del selecto menú que Smokey's creó con toda 
la intención, muy bien lograda por cierto, de satisfacer y hacer sentir tan especiales 
a sus comensales, como sus hamburguesas.  De entre las opciones uno puede elegir desde 
la hamburguesa griega, la diabla, la pork, la suiza, la bleu, la muchi, hasta la que viene con higo.

Todos los ingredientes, son de la mejor calidad, el servicio está al mismo nivel. 
Y el corazón del restaurante, como dicen ellos, es de hamburguesa.  Porque es cálido, sabroso, 
gusta a todos y por si fuera poco, también es amistoso con las mascotas (pet friendly).  
Sí, si Usted viene con su mascota hay un espacio también para su cuadrúpedo acompañante, 
justo debajo de su mesa, frente a sus pies.

Smokey's está en Av. Revolución.  Casi no se ve.  Pero si lo buscan, lo encuentran.  
No podía haber encontrado mejor avenida para darse a conocer, porque como toda revolución, 
estoy seguro los va a llevar a otro nivel.



lunes, 16 de enero de 2012

Al fin y al cabo, mexicano. Y a mucha honra.

Y no lo digo por la impuntualidad para publicar esta emisión tan rezagada. 
Ni por cliché alguno con los que se nos asocian, condenan y básicamente, estereotipan. 
Lo digo sin cinismo alguno y con el pecho inflado de orgullo y gratitud a la tierra que me vio nacer 
y tanto me ha dado.  Porque en esta ocasión, no fue hasta que degusté en un restaurante mexicano, cuando encontré motivación para mi siguiente número.  Este número.




Pujol. Y si Pujol no les dice nada, Enrique Olvera les puede contar con los más preciosos sabores 
lo que un mexicano con talento puede hacer.

A todo aquél que esté familiarizado con los sabores de México, se verá sumamente identificado 
con lo que encuentre en el pequeño pero muy exclusivo comedor del Chef Enrique Olvera.  
Pero, con dos pequeñas grandes diferencias.  Una, que combina dichos sabores de una forma más que original y con el valor necesario, para arriesgarse a experimentar nuevas y sorprendentes formas.  
Y dos, que logra exitosamente presentar y posicionar nuestra cocina al mismo nivel que cualquier 
alta cocina del mundo.  Digamos que la reinventa, revaloriza e incluso le da una oportunidad 
a todo aquél que no se ha atrevido a probar alguno que otro ingrediente -ya sea por su aspecto, 
por su nombre o porque nunca se atrevería a probarlo en un contexto diferente- a que descubra 
y disfrute de lo bueno, pues.

Tan bueno, que por algo Pujol es el único restaurante de un chef mexicano en el Top 50 de los mejores restaurantes del mundo. 


















Debo admitir que iba con mis reservas.  Incluso se me había advertido de que tuviera cuidado 
con el ensarte del menú degustación. De que como en muchos otros restaurantes de la ciudad, 
les gustaba la práctica de empujarte lo más caro. 
Pues mis señores, no fue así.  Digo, tampoco es barato.  Ni económico.  Pero créanme que la atención 
del equipo y sus creaciones, lo valen.  Al menos para mi, sí.  Tan es así, que acabo sin duda alguna, 
de descubrir mi nuevo restaurante favorito. Que de paso y a mucho orgullo, es Mexicano.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Desayuno de campeones.


¿Te acuerdas de tu último desayuno?  O tal vez debería de preguntar, ¿cuándo fue la última vez que te sentaste a desayunar lo que se te antojaba?

No es fácil, pero se puede. Personalmente, tuve el privilegio desde pequeño, de que mi Madre me nutriera con los desayunos más completos que el tiempo y la situación 
le permitían.  Cómo olvidar desde el famoso huevito tibio con limón y salsa de chipotle, 
que me servía en esos trastecitos de vidrio refractario para flanecitos, hasta mis chilaquilitos tan sabrosos y que tan fanático soy.  Gracias Mamá por esas desmadrugadas y 
gracias también por ponerle tanto sabor y amor hasta a la más “simple” quesadilla.  
Y ahora que soy un adulto (dicen), le doy gracias a mi amada EspOsa, por consentirme y 
más bien, adivinar mis antojos. Que no es fácil, tratándose de alguien tan voluntarioso 
como su servidor. 

Pero volviendo a lo simple, quisiera remarcar el punto de que si en esta ocasión les presento los desayunos más atractivos en imagen, créanme, que no se necesita de un equipo profesional extra en casa, para salir más que bien desayunado.



Hoy por ejemplo me hice y hasta me di el lujo de inventarle un nombre a mi desayuno: 
El sándwich apache.  Un sencillo sándwich de pechuga de pavo (con las rebanadas especialmente dobladas en forma de s, para darle textura al emparedado) y un triangulito 
de queso de la vaquita que ríe, untado en una de los panes; que era de centeno.  
Esto acompañado de cinco hojitas de endivias, dispuestas en el plato a manera de penacho o ahora que lo veo bien, como la garra de un oso.  Y sobre cada hojita, unas gotas de vinagreta.  Tiempo de armado: 2 minutos.  Tiempo de tostado en la plancha: creo que 
3 minutos cuando mucho.  Tiempo de degustación: 1 minuto con 30 segundos.

Pero bueno.  A veces ni tiempo, ni ganas.  Y luego no hay mejor desayuno que el que puedes pedir y que te sirvan.  A continuación les comparto una breve compilación de desayunos 
que despertaron más que el antojo de mi estómago, también el de mi lente.


















Al final del día, sólo queda algo: el antojo de lo que pudo ser ese día. 
la satisfacción del mismo.  Buen provecho.  En todo.





martes, 1 de noviembre de 2011

Un taller que arregla el alma: L´Atelier de Jöel Robuchon.



Los que me conocen, saben muy bien que no exagero cuando digo cosas tan cursis y poéticamente trilladas, como el título de esta publicación.  Y es que si algo puede ser capaz de conmoverme: es un sabor.  Dicen que el amor entra por los ojos.  Yo pienso que a través del gusto, puedes entrar directo al corazón.  Y no me refiero al colesterol y los triglicéridos.  Voy más lejos que eso.  Al alma.  Esa en la que seguramente nos llevamos, lo único que nos podemos llevar cuando nos vamos:  las experiencias.


Pues esta experiencia fue una inolvidable. Desde antes, mientras caminábamos apresuradamente por los pasillos del MGM Grand, entre mesas de poker y máquinas tragamonedas, para llegar a tiempo a nuestra reservación. 

Estaba emocionado, como si el mismísimo Chef Robuchon fuera estar ahí.  Por primera vez iba a poder asistir a la cocina de este Monsieur, considerado “Cuisinier du siècle”, o sea “Cocinero del siglo”.  Con más estrellas Michelin que cualquier otro en el mundo, 26 no más, si no es que ya le dieron otra mientras escribo.

Y que como dato curioso, él fue quién apadrinara o recomendara como su sucesor a mejor chef del mundo al chef español y creador del Bulli, Ferran Adrià.  Pero bueno, esa es otra gran historia, que merece su propio espacio.

Todavía un poco agitados por la carrerita, nos anunciábamos con la recepcionista.  Inmediatamente nos encaminaba hacia el interior del famoso taller.  Nos dio a escoger si mesa o barra.  La ventaja de la barra, nos concedía una mejor vista hacia la cocina, pues el concepto de este lugar es precisamente, ser testigo del trabajo de los cocineros.  Y de poder platicar más casualmente, sobre lo que te están sirviendo.

Y bien, una vez instalados, un cocinero nos dio la bienvenida, seguida de una sugerencia-explicación de lo que había en la carta.  ¡Ja!  ¿Y cómo para que queríamos la carta?  No importa lo que escogiéramos, iba a estar más que bueno…  Aunque ahora que lo pienso, creo que más bien, era para concientizarnos de los precios…






Entonces llegó el momento de la decisión.  Nos fuimos por una de las fórmulas 
de degustación con maridaje incluido.  Y déjenme contarles que desde el pan 
y el “divierte bocas”, amuse bouche, -como los franceses le llaman a ese bocadito 
que sirve para prepararte y darte literalmente una probadita del sazón del chef-  
todo, pero todo, estuvo simplemente espectacular. 












Escribir uno a uno los platillos no sería tan emocionante como probarlos. 
Pero sí quisiera hablar de uno en particular.  El más simple, pero el más famoso:
El puré Robuchón.  Me atrevo a pensar que esa famosa escena de Ratatouille de Pixar, cuando el crítico Anton Ego prueba el ratatouille y se transporta a su niñez, fue inspirada 
por este puré 50% mantequilla, 50% papas ultra-lentamente cocidas, para alcanzar 
esa textura tan perfecta y conmovedora.  Ay Dios, como algo tan simple, puede ser 
tan rico.  Es cuando pienso en aquella cita de Albert Einstein que recita:  
"Make things as simple as possible but no simpler."  Este manjar sin duda, es un ejemplo.

Pero no me mal interpreten.  Los otros eran iguales de especiales: el gazpacho, el langostino envuelto en una lamina de pasta frita, las brochetas de bacalao y callo de hacha, las costillitas de cordero, los quesos madurados, las tartitas de chocolate amargo, la de frutos rojos, la de queso y la de manzana.  Y en cada tiempo, sus respectivas copas de vinos espumosos, blancos, tintos y de postre. Todos fueron una a una, las herramientas usadas 
con la más exquisita precisión, por los aprendices de Monsieur Robuchon, para arreglar nuestras emociones y mejorar nuestra experiencia en un viaje más, que hemos de llevarnos en el blog de nuestras almas.

Salud y honores para L´Atelier de Jöel Robuchon.
Y buen provecho en todo.  Para todos.