No porque piense tener muchos. Si no porque no tengo ni idea de cómo resulte.
Pero eso sí. Le pongo a éste, mi primero, lo mejor y todo, como si fuera el último.
¿Y de qué se trata?
Simple:
De compartir lo que se me antoje, con aquellos que se les antoje.
Usando la fotografía como plato principal y la crónica como guarnición.
Buen provecho.
El recorrido fue el siguiente... mejor dicho, lo pasado y anteriormente visto:
Kir Royale con Veuve Clicquot de aperitivo para mi SeñorOsa y Don Julio Reposado derecho con sangrita, limones y una Modelo Especial, para mi.
Seguido de un Terrine de Foie Gras con panes tostados y una Sopa de Lentejas, con aceite de olivo y albahaca con trocitos de jamón ibérico, como primeros platos.
Luego le dimos espacio... aunque ya no mucho, por lo abundante del primer tiempo,
a un Chateaubriand en salsa de vino tinto con trufas y setas y unas Mini Hambuergesas de Ribeye con fritura de cebollas, galleta de queso gruyere, arúgula, pepinillos, jitomate y salsa bernesa; ambos platos, termino medio rojo, por supuesto.
Y para maridar estos platos principales, una copa de vino tinto.
Que la verdad olvidé la etiqueta, no por malo, simplemente por distraido.
La experiencia muy recomendable, tanto por el lugar bastante acogedor, porque trata emular una casa con todo y sus libros para sentirse más relajados. Como por el servicio que sobresale del promedio de los restaurantes en esta escala. Y claro, por el sabor que hace alarde y justicia a su lema de: cocina francesa restaurada.
En mi próxima visita probaré la pasta con aceite de trufa blanca y rayadura de trufa negra.
Hasta la próxima y bon appétit en todo.