miércoles, 28 de septiembre de 2011

9 entradas y un solo plato principal.



“Welcome to the Friendly Confines”.
O lo que es lo mismo, a la casa de los Cachorros de Chicago.
Qué mejor bienvenida que su nombre alternativo.  Amistosos en definitiva.  
Y aunque no le voy precisamente a este legendario equipo.  Debo admitir que me hicieron el sábado, 
con una de las experiencias más bonitas de mi vida.  Nunca había contemplado en vivo a un estadio tan lleno; y qué digo el estadio.  A las azoteas de los edificios aledaños, adaptadas como extensiones de gradas del mismo estadio, apoyando todos a su equipo, con tanto amor incondicional.  A pesar de lo mal que van en las tablas y de lo lejos que están de sus años de gloria.  
Gran experiencia.  Cachetada para villamelones.  Por cierto, no pude evitar comprarme una gorra, 
por aquello del Oso.

¿Pero y qué tiene que ver con comida?  Uy, empecemos por la bratwurst con relish, mostaza y peperoncinis.  O sea el hot dog típico de Chicago.  Una salchicha de cerdo de origen alemán.
En un pan, que por ser común, no era menos bueno. Y la cerveza, una Heiniken.  Que si no es precisamente mi favorita, siempre es mejor que una Bud Light.  Luego, siguieron las papas a la francesa ahogadas en queso.  Y después, un par de cervezas más.

Tal vez en esta ocasión la comida, no sonó tan atractiva y antojable, como realmente lo era.  Y ni siquiera figuró en las fotos.  Pero créanme, que el sabor de cada una de las nueve entradas, valió más que muchos platos principales.















P.D.: Al final los Cubs ganaron.  Go Cubs, go! Y buen provecho para Chicago.



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